Plató 7.10

           
                     
                     
       

Manifiesto. Por un movimiento de experimentación y creación

 

Esta deriva solo pudo nacer de un deseo común.

 

Como intelectuales*, formados en la filosofía y en el arte, somos conscientes de la importancia que tiene para nuestra contemporaneidad liberar espacios en los que sea posible imaginar un futuro diferente. Así, apuntamos a constituir un laboratorio de intercambio, experimentación y creación en el que artistas de diversos géneros, intelectuales de las ciencias sociales y humanas, y todo aquel interesado en el trabajo del pensamiento y la crítica cultural puedan hallar una plataforma de complicidad para la realización de proyectos híbridos y transdisciplinarios que busquen la liberación de los hombres y las sociedades. Para ello, nos basamos en el siguiente ideario:

1. Creemos que la filosofía y el arte no son actividades triviales, solemnes o improductivas, como se empeña en hacernos creer el actual sistema capitalista; por el contrario, son formas esenciales y potentes de pensar el mundo y el lugar que el hombre ocupa en él.

2. Entendemos el ejercicio del pensamiento no como una cuestión de eruditos, ejercicio abstracto y meramente intelectual; por el contrario, el pensar es una verdadera actividad (praxis), que se despliega como una experimentación absolutamente concreta sobre lo real.

3. Para nosotros experimentar no es una labor altamente especializada y exclusiva de científicos encerrados en sus laboratorios; es el acto humano más básico, mediante el que vamos cartografiando y apropiándonos del mundo. Implica, por ello, una apertura radical hacia lo diferente: un aprendizaje.

4. Rechazamos completamente que aprender sea, como nos enseña la lógica escolar y dogmática, preservar un saber establecido o acumular información útil; es, por el contrario, un movimiento crítico y continuo de formación y de transformación de la propia subjetividad, pero también del espacio social que habitamos: una revolución.

5. La revolución no es sangre ni muerte. Asumimos, por ello, la (im)posible tarea de recuperar y redefinir esta noción, pues estamos convencidos de que el actual sistema no ha llegado para quedarse. La revolución se identifica, desde nuestra perspectiva, con un ejercicio de libertad, con la creación de lo nuevo y, por ello, con la posibilidad de un futuro otro: una utopía.

6. Necesitamos entonces re-significar también a la utopía y desvincularla de las visiones mesiánicas e idealistas que la identifican con el fin de los tiempos o de la historia y que, por ello, oprimen a los individuos en el presente. Desde nuestra perspectiva, la utopía es, simplemente, la capacidad de imaginar aquí y ahora, en el presente vivido, un curso alternativo para nuestra historia: es política.

7. Finalmente, creemos entonces que el pensamiento se define como una actividad estrictamente política, en el sentido más amplio de lo “político”: espacio de diálogo y libertad propios de la comunidad humana. Por ello, la filosofía y el arte, entendidos como modos de pensamiento, no deben estar encerrados en instituciones ni controlados por policías del saber; deben, necesaria y urgentemente, hoy tal vez más que nunca, estar en las calles: el pueblo es su destinatario.

 

Lijiang (China), 16 de julio de 2010
Alejandro León Cannock y Jose Echenique

 

*Un "intelectual" es simplemente aquella persona que dedica una parte importante de su actividad vital al estudio y a la reflexión crítica sobre la realidad.